domingo, 8 de febrero de 2015

Janna, la Reina del Hielo

En un Reino muy lejano, llamado Winsly, allí donde la nieve no había llegado nunca, se contaba, a priori, una preciosa leyenda.
Dicha leyenda, al igual que todas, se había transmitido de generación en generación, siempre de abuelos a nietos.

Winsly era un Reino precioso. En el centro se encontraba situado el castillo de los Reyes y en sus alrededores estaban construídas las lujosas casitas de los habitantes. Toda esta ciudad se encontraba, a su vez, rodeada de un inmenso bosque frondoso repleto de animales de diferentes especies, plantas medicinales, flores silvestres y tupidos árboles centenarios y milenarios.
Era un pueblo rico, ninguno sufría la pobreza y todos eran amigos de los Reyes. Un Reino muy unido, feliz y pacífico.
Además siempre había un sol radiante. Era siempre verano. El Reino perfecto. Habitantes perfectos. Tiempo perfecto.

Los habitantes de Winsly no conocían otro tiempo y otro modo de vida diferente a aquel que ellos tenían. Por eso, la leyenda más sonada era sobre nieve y hielo, porque era algo desconocido para ellos. Algo que cada uno imaginaba a su modo.

Cuenta la leyenda que habrá un día en que el frío y la nieve se apoderará de este Reino.
Ese día, todos saldrán de sus casas con los más pequeños para disfrutar de ese fenómeno nunca visto, pero a la vez tan familiar.
Caerán grandes copos de nieve, que poco a poco se irán amontonando hasta que todo quede teñido de blanco. Y será entonces cuando un habitante se ponga a rebuscar entre la espesa nieve hasta encontrar un copo dorado. Un único copo dorado que quien consiga encontrarlo será nombrado Rey o Reina de Winsly, despojando así a los actuales Reyes de sus pertenencias y de su gran castillo. Esa persona será para siempre poderosa y de élla dependerá que siga habiendo felicidad o que, por el contrario, haya tristeza y penurias.

Esta historia nadie la creía, ya que parecía totalmente inventada, sacada de un cuento. Nunca había nevado. No sabían con certeza lo que era la nieve. Y mucho menos creían que fuera a caer un copo dorado.

Pero un día, de repente el cielo se tornó gris. Nadie sabía lo que sucedía y entonces los rumores de que la leyenda era cierta y estaba pasando se dispararon. Todos los habitantes se concentraron en el centro de la ciudadela, mirando al cielo a la espera de que algo sucediese.
Pasaron tres horas y el cielo continuaba encapotado. La temperatura descendió tanto que los habitantes estaban tiritando de frío. Y de pronto sucedió. Diminutos copitos de nieve comenzaron a caer del cielo. Poco a poco fueron cayendo copos de mayor tamaño en mayor cantidad. Inmediatamente se pusieron todos a cubierto y siguieron observando con atención el panorama. Se habían quedado maravillados, pero a la vez sentían terror por que la leyenda se hiciera realidad. Ya no era tan preciosa como ellos creían.
Al ver que no cesaba de nevar, decidieron regresar a sus casas a seguir contemplando el  fenómeno desde sus ventanas, hasta el anochecer.

Al día siguiente, el Reino despertó completamente blanco. Los tejados de las casas estaban cubiertos de nieve. Las calles. El bosque. Todo.
Ante tal novedad, los más pequeños decidieron salir a jugar con la nieve. Hicieron por primera vez muñecos de nieve y se tiraron bolas entre sí. Poco a poco todos salieron a jugar. Mayores y pequeños disfrutaron de un precioso día. Diferente a todos los de su vida. Un día especial.

Todos lo pasaron bien excepto Janna. Una jóven solitaria de 20 años que pasaba desapercibida siempre. Era huérfana y vivía sola en una humilde casita. Era la excepción de Winsly. Nunca se relacionaba con nadie. Los vecinos habían intentado en innumerables ocasiones acercarse a ella pero les rechazaba, hasta que con el tiempo dejaron de interesarse por ella.
Esta chica era muy especial. Le gustaba la brujería y creía al pie de la letra cada leyenda que conocía. Así que, decidida, salió de casa y se encaminó hacia el bosque.
Allí comenzó a buscar entre la nieve como una loca, esperando encontrar el copo de oro. Ella ansiaba hacerse con el poder del Reino y estaba decidida a buscarlo hasta encontrarlo o morir en el intento.

Pasó el día y Janna no obtuvo lo que buscaba. Regresó a casa y esperó al día siguiente para continuar rastreando todo el bosque.
Mientras tanto en el exterior no paraba de nevar. Cada vez el espesor de la nieve era mayor y el frío también.

Al día siguiente, la huérfana volvió al bosque temprano y continuó cavando, esta vez con la ayuda de una pala para hacerlo más rápido.
Mientras tanto en el pueblo todos seguían disfrutando de su segundo día de juegos, ajenos a lo que podía estar haciendo Janna.

Ya casi había anochecido y cuando Janna iba a desistir, de pronto vio que algo brillaba a tres metros de ella. Se acercó rápidamente y se dejó caer de rodillas al suelo. Removió la nieve con las manos allí donde brillaba algo y al momento lo encontró. Tenía entre sus manos el copo dorado.
Se puso en pie sin dejar de mirarlo y de repente sintió que se iba congelando lentamente, hasta que dejó de sentir. Quedó allí, en medio del bosque, congelada. Como si de una figurita de hielo se tratase. Manteniendo en alto el copo de oro, que comenzó a brillar intensamente. Era tal el destello, que llegó hasta el pueblo, y todos corrieron a ver qué sucedía.
Cuando llegaron al bosque y vieron a Janna allí de pie, con pose triunfal y el copo dorado entre sus manos, profirieron un grito ahogado casi al unísono. Sus peores sospechas quedaban confirmadas. La leyenda era real.
Al poco rato vieron cómo Janna iba descongelándose y se iba rodeando de una epecie de aura azulada, como si le envolviese un tornado. Volvió en sí y comenzó a reir ante la sorprendente estampa que tenía frente a ella. El pueblo entero ante ella, con las bocas abiertas por el asombro.
Y enconces habló:

-Querido pueblo, arrodillaros ante mí, pues soy yo la nueva Reina de Winsly y a mí me debéis honrar desde hoy.

Todos se arrodillaron ante ella con cierto temor, y ahí acabó todo.
Volvieron a sus casas a paso ligero hasta el día siguiente y Janna ocupó el castillo de los Reyes como bien dictaba la leyenda.
Esa noche la nueva Reina no concilió el sueño, pues estaba sorprendida por todo lo que había sucedido.

Al día siguiente, salió de nuevo al bosque y descubrió que el copo dorado le había otorgado un poder sobrenatural. Podía lanzar tornados que congelaban todo a su paso. Comenzó a hacerlo como un juego pero pronto se convirtió en una obsesión y enloqueció por el ansia de tener tanto poder. Todo su afán era provocar tornados de hielo por doquier hasta que todo quedó congelado.

Ya no había frondosos bosques llenos de flores silvestres, hierba verde y árboles tupidos. Ahora todo era hielo. Los habitantes del Reino Winsly tuvieron que cambiar su modo de vida. Unos murieron por el frío, otros sobrevivieron a duras penas.

Esa leyenda hasta entonces no había tenido un nombre definido. Algunos la llamaban "La Leyenda del Hielo", otros "La Leyenda del copo dorado" e incluso los más supersticiosos "La Leyenda del fin del mundo".
Pero a partir de ese momento, la leyenda quedó oficialmente titulada como "La Leyenda de Janna, la Reina del Hielo".


FIN