jueves, 23 de junio de 2016

La noche sin fin

Esta noche ha sido mágica. La noche del 24 de junio, día de San Juan. Esa noche en la que la tradición marca que debemos hacer hogueras, y los más jóvenes y/o ágiles se divierten saltándolas de lado a lado.

Pero dime algo... así, entre tú y yo, sinceramente... ¿de verdad entiendes qué tiene de divertido saltar una hoguera con el peligro que puede conllevar?. Yo por mi parte nunca lo he entendido y nunca lo entenderé.
Esta ha sido una de esas noches en las que todos estaban ansiosos por saltar las malditas hogueras, y lo han hecho... vaya si lo han hecho... algunos seguro que se arrepienten de ello, pero ya es tarde para arrepentimientos.
Y muchos me diréis, ¿y si no te gusta la "Sanjuanada" por qué vas a verla?. Pues muy fácil... todos los años tengo la esperanza de que alguien caiga a la hoguera y arda envuelto en las llamas, me parece tan absurdo que les deseo que suceda lo peor. No me preguntes por qué, tal vez soy una demente, una psicópata o qué se yo... o quizás sea porque en mi interior siento que llevo una bruja dentro, una bruja que no quiere ser quemada en una hoguera, que detesta el fuego y no entiende por qué a esta estúpida gente le apasiona.
Pues bien, esta noche se hizo realidad mi deseo de que alguien ardiese en la hoguera.
Estaba yo tranquilamente observando el espectáculo de cerca mientras me tomaba una cerveza en lata, otra de mis tradiciones en esta noche, hasta ahora, nada especial para mi, cuando de repente uno de los individuos que saltaban sobre la hoguera cayó encima de mí empujándome hacia las llamas. En ese momemto me invadió el pánico, estaba notando cómo el fuego comenzaba a quemar mi cuerpo y nadie hacía nada por evitarlo. Por el contrario, todos miraban asombrados la escena. De repente el abrasador calor que sentía en mi cuerpo, fruto de las intensas llamas, se convirtió en un cálido y gustoso abrazo, y fue cuando sucedió... las llamas de la fogata se tornaron verdes y entonces resurgí de entre las cenizas, como el Ave fénix.
Entonces sentí cómo comenzaba a lebitar saliendo de las llamas inconscientemente, pues aun no estaba dando crédito a lo que me había sucedido. De mi garganta profirió una risa tenebrosa, maligna, de ultratumba, que asustó a los allí presentes pero no lo suficiente como para que huyeran de la campa. Entonces fue cuando actué.
Comencé a sobrevolar el lugar girando a toda velocidad por encima de las cabezas de los presentes y solté mi maleficio:
-Desde hoy y hasta el último día de vuestras vidas yo os condeno a vivir una y otra vez esta noche, noche en la que arderéis en la hoguera sin morir, en la que sentiréis cómo os consumen las llamas eternamente. ¡Os condeno al eterno sufrimiento! Ja ja ja ja.
Ahora entiendo por qué tenía ese sentimiento de que había sido bruja en otra vida y temía al fuego... en una de mis vidas pasadas fuí condenada a la hoguera por practicar magia negra en público en la noche de San Juan en la que quemaron vivas a mis hermanas y al igual que ellas, aprovecharon la ceremonia para quemarme viva. Pero hoy, 24 de junio de 2016 he renacido para que nuestras muertes se hagan justicia y esa gente sufrirá toda la eternidad.

FIN


















1 comentario:

  1. me encanta la fantasia y el humor negro que desprende .

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